Paolo Franco Orlando Isolamento numero dodici: crocifiggere il mio desiderio
Tengo un cuenco donde recojo mi tristeza, gota a gota
-mi tristeza tan parecida al agua de lluvia-
Es como si destilara el rocío de una flor, el temblor,
el halo de las lunas de mi cuerpo
-aquellas que, con una mirada, te invito a recorrer-
Caminas como un pájaro negro, con el ala rota
es tu plumaje un trino solitario
-en él emite un último sollozo la luz-
un réquiem que anticipa una miríada de pequeñas muertes
No me importará morir salvajemente en tu cuerpo
Ni me importa que en tu piel se circunscriban mis futuras
catástrofes
Si caer hacia ti es darse de bruces y vértigo contra el
pavimento
ensayaré el rictus del ángel
y te regalaré mi más bello semblante
Un brote carmesí adornará mi sien con un clavel rojo
-de tan pálido el rostro semejará que a la luna le haya
florecido, al fin, el corazón-
Desnuda contra el asfalto, como una sirena arrancada al mar,
como la tierna y laxa miga de un pan vaciado
Aunque sepa que tu cuerpo lleva escrito las palabras
PELIGRO: ALTO VOLTAJE
me arriesgaré a quedarme pegada a tu piel
-decadente momia calcinada-
y al desgajarme de ti, me desvaneceré en el aire como un bostezo
de cenizas
No te preocupes,
de los restos de mi hollín sobre tu carne
podrás lavarte con el agua de la tristeza que, gota a gota
recojo para ti en este cuenco
exponerse al amor, aunque duela.
ResponderEliminaraullar de amor
besos*
Con la entraña siento que debería ser así, pero me doy cuenta de que hasta las lobas tenemos mecanismos de defensa. Vivimos en perenne contradicción. Besos, Silvia
ResponderEliminarLas lobas sabemos, aunque después hagamos todo lo contrario! jejej
ResponderEliminarMe mató de amor tu poema.
Beso.
Somos lobas de la misma manada, querida. Morir amor es el umbral del renacimiento. Bicos!!!
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