Pureza.
(Basta. Andate. Andá al hotel, date un baño, leé Nuestra Señora de París o Las Lobas de Machecoul, sacate la borrachera. Extrapolación, nada menos.)
Pureza. Horrible palabra. Puré, y después za. Date un poco cuenta. El jugo que le hubiera sacado Brisset. ¿Por qué estás llorando? ¿Quién llora, che?
Rayuela, capítulo 18. Julio Cortázar

jueves, 5 de julio de 2012

DE LO QUE ACONTECIÓ DURANTE LA FIESTA EN EL FUERO INTERNO (CONTINUACIÓN) DE LOBA







El deseo, ese gato blanco que cascabelea entre nosotros, se despereza en la mirada y arquea su lomo en curva sublime que salpica la habitación de estrellas. Cómo explicarte a ti, precisamente, que las paredes se caen mientras hablamos. Un alud de libros se cierne sobre las cabezas, desde la estantería. Sería mi deseo morir sepultada bajo los poemas de Rimbaud. Las lámparas, medusas de luz, se desprenden de los techos, y con estrépito de cristales se aplastan contra la alfombra. La noche yace herida de muerte y nadie se percata. Deberíamos arrancarnos los ojos y no volver a mirarnos. Cuando nos miramos el mundo frena la rotación sobre su eje. Puedo sentirlo, aquí, en este lugar exacto de mis ingles, ese que no se glosa en ningún mapa, y del que no hablan los libros de anatomía. Pienso que debería existir una ley que te prohibiera acercarte tanto para no tocarme. Y mientras, nuestros amigos, inmunes a este nuevo descarrilamiento de nuestras vidas, se divierten.  Veo a Silvie tambalearse a la vez que se lleva una nueva copa de champagne a la boca. Parece querer llamar tu atención y agita todo su cuerpo como las aspas de un molino. No sé si será consciente de que este gesto la convierte en una burda imitación de mí, aquélla a la que con disimulo tanto odia. Puedo sentir los vientos de ira que suben hasta tu boca. Nuestro momento cae al suelo como ese plato que resbala, y se hace añicos. Y sin pensar en lo que hago, me llevo las manos bajo el vestido y me quito las bragas que dejo sobre tu mano. Unas bragas tan blancas como el gato de nuestro deseo. Sin despedirme de nadie, salgo a la calle mientras tú tratarás de esconder  disimulando mi última palabra,  esa que te selló la boca con sus encajes. Y en medio de la noche solitaria me arremango el vestido y le muestro mi sexo al viento para que se aleje, llevándose clavadas en su carne las uñas de ese gato blanco que no cesa de arañarme por dentro. Pero el viento no responde a mi demanda y tengo que procurarme un lugar oscuro para acabar con mis manos aquello a lo que tú solamente das comienzo...(para leer más Camino de la fiesta

martes, 3 de julio de 2012

CUERPO CELESTE

Escena de la película Melancholia




Ven
a bruñir la luna
que se opaca en mis ingles
Ven
y sé el astro
que suma en sueño de luz
mi cuerpo celeste